En la última acción del encuentro, el Sheriff quiso pedir el balón una vez más. Se lo enviaron en globo y fue a recogerlo al círculo central. Lo amansó y empezó la carrera. Después aguantó agarrones , patadas, calumnias, y envidias. Y siguió gambando, consiguiendo escapar de sus dos competidores. Llegó fundido al balcón del área, pero llegó, y allí solo pudo escupir un dócil tiro que se fue rozando el poste. El Sants iba ganando por entonces, y el '9' portaba un gol y nosecuantas carreras encima. El Sheriff fue lo que –algún día– todos jugamos a ser. Fue la descripción que damos de nosotros en la entrevista de trabajo. Persistente, ambicioso, y avispado, pero humano. Se quedó hasta pasada la madrugada en la oficina y volvió el primero por la mañana con ojeras en los ojos y un café en la mano. Despertó aplausos, también rabia, pero a él le daba completamente igual. "Yo me limito solo a hacer mi trabajo, la victoria es de todos", declararía aún a pie de campo.