Se acercan días, semanas, meses de frío. Se acercan tardes de sofá y manta, mañanas de sufrir la marcha del edredón, y noches en las que combatir las bajas temperaturas conforma ya un mísero y complejo plan. El invierno es eso que sabes que va a llegar, pero te pilla en manga corta, es taparte hasta arriba para acabar con los tobillos, las orejas, o las manos congeladas. En uno de los fines de semana más tajantes del año, el fútbol volvió a explicar con imágenes, testarazos, y gritos, que la magia que contiene no entiende de termómetros. El Narcís Sala acogía el sábado un añorado derbi barcelonés tras 50 años de ausencia. Sant Andreu y Sants se daban cita en una tarde gélida que no impidió que las gradas se fueran llenando antes del comienzo del encuentro. Muchos/as hubieran preferido ver una película en casa sin sufrir por su integridad física, pegando sorbos inconstantes a un vaso de leche hirviendo. Sin embargo, ambas hinchadas dibujaban un derbi nada falto de ambiente, encontr