Abrir los ojos y despertar pueden ir de la mano, pero sin duda no son lo mismo. Existen días en los que dejamos que la luna gane al sol, observándonos a la postre en nuestros quehaceres nocturnos más -o menos- prohibidos. Aunque lo pasemos en grande por la noche, hay que tener un ojo puesto en la mañana siguiente y el degradado estado mental-anímico-físico al que llamamos vulgarmente "resaca" que la acompaña. No querría llegar yo al extremo de tomarse un vaso de agua entre copa y copa, pero sí recomendaría tomar ciertas precauciones justo antes de uno encamarse. Quizá un vaso de agua tibia, tal vez una ducha, o hasta un buen refrigerio para los más valientes. De lo contrario, la sensación al despertar puede estropear todas las euforias y reencuentros de la madrugada anterior. La Anguera venía de una fiesta de las sonadas tras su victoria frente al Sant Andreu y el consecuente asalto al segundo puesto. Euforia, recuerdos para la posteridad y un desfase generalizado cay