Las vacaciones son el ansiado periodo del año en el que los humanos gozamos de una libertad total (o no tanta, espetaría Stuart Mill) en lo que a nuestras actividades atañe. Dejamos atrás, entonces, al misántropo que nos consume durante los meses de rutina para abrir las alas y revolvernos en nuestros planes, previamente datados y minuciosamente organizados. Es la campana que suena en nuestras cabezas al efectuar la transición entre periodos semejante a la puerta del armario mágico que lleva a Edmund y compañía a las tierras de Narnia. Y le sonó demasiado pronto a la Anguera la campana, que llegó a Nou Barris con la pasividad del que se sabe vencedor antes del pitido inicial. Enfrente estaba la Montañesa, ahogándose en los puestos de descenso y dispuesta a aprovechar cualquier chaleco salvavidas que el destino le regalara. Comenzaba un partido que nadie parecía querer jugar, y en el que la tensión brillaba por su ausencia en los primeros compases. Con toda probabi