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Mostrando entradas de mayo, 2018

Penya Anguera 6-3 Mercantil CE (J.29)

Despertar y ser despertado son sucesos de características distintas. En ambos acontece un hecho, eso está claro, pero quedan lejos la actividad del primero y la pasividad del segundo. Con el despertar florecemos, mientras que siendo despertados, a uno le llueve. Sí, porque aunque la alarma preceda una de esas actividades marcadas desde hace tiempo en el calendario, al principio siempre duele. Ser sujeto o objeto. Esperar o ser esperado. Tener el control de las cosas. Ver una pelota suelta en la calle y, sin hacerse el duro/la dura, ir a patearla convirtiendo la plaza del barrio en Maracaná y tus nuevas zapatillas en unas  AdiPure  reventadas. Jamás regañéis a los niños/las niñas que os den con el balón veinte veces en una tarde soleada, al contrario, sonreídles. Ellos/as van a levantarán esto. En cambio, enojaros con aquellos/as que vayan a pantalla por cabeza y se peleen por quién se sienta en el banco, obligando a gente mayor a reorganizar su rutinario paseo vespertino. Los que

CP Sarrià 3-5 Penya Anguera (J.28)

Acostumbrarse (unos por voluntad propia, otros por obligación) a la inmediatez y a los cortos plazos, al rápido beneficio, a recibir sin apenas haber dado, significa reducir nuestro tiempo a una carrera contrarreloj en la que los segundos, cada uno más afilado que el anterior, convierten esperas en suplicios. Los constantes cálculos y las respuestas cerradas nos niegan una perspectiva real de las cosas, pues omitimos horizontes con el fin de salvar abismos. Sin embargo, existe aún quién se niega a sucumbir a las  nuevas  reglas del juego y, consciente de sus posibilidades, recurre a los largos plazos en busca de un resultado con cuerpo, haciendo del mero proceso un beneficio. Plantar la semilla, ayudarla a crecer, esperar (la paciencia, cualidad en peligro de extinción), y recoger la cosecha. Ensanchar los márgenes del error, dándole forma de tropiezo, jamás de final. Y a caminar. La Anguera llegaba a Can Caralleu sumida en un estado de gracia permanente tras haber enlazado has

Penya Anguera 3-2 Santa Eulàlia (J.27)

La vida en una sociedad en constante evaluación conlleva a cada uno de sus integrantes el saber lidiar con la continua presencia de espejos. Hay que optar por enfrentarse a ellos. Alzar la vista, mirarse a los ojos, y aceptarse a uno mismo. Virtudes, defectos, rarezas. Sonreír, y gustarse. Recolocar ese pliegue del jersey antes de salir de casa sabiéndose uno reluciente. Ya sea flaca, rubio, bajita, calvo, con las orejas pequeñas, o con la nariz aguileña. Sabedor/a de que cualquier quisquilloso análisis al que sea sometido/a no será sino una pérdida de tiempo para el sujeto que lo realice.  El domingo por la tarde, y como ya es tradición en el mes de mayo de cada temporada, se jugaba un duelo en la Industrial que se antojaba decisivo para el futuro de Anguera y Santa Eulàlia, prácticamente vecinos en la tabla. Aunque sus situaciones fueran desemejantes, era obvio que quién se llevara el gato al agua en un encuentro tan parejo saldría más que reforzado de la cita.  La Anguera l

La Salle Bonanova 0-8 Penya Anguera (J.26)

La pelota hay que quererla cuando quema. Sentir el aliento del contrario en la nuca, y pedirla. Calor y frío. O dos realidades distintas con las que debe lidiar el humano. No basta con el clásico repertorio de frases sobre superación personal para cuando llegue la fecha marcada, ni con los "y si" que dibujan -y suelen posponer, si su autor peca de fantasioso- cualquier realidad utópica. Dámela al pie. A un toque. La calma está sobrevalorada, al igual que la pausa. Ambas aburren si permitimos que se apoderen de nuestras conductas, a menudo tan frenéticas como desprovistas de las ya citadas falsas amigas (mejor que sean simples conocidas) del humano. Calma y pausa saben mejor si son anhelos para uno.  No me veo capaz de afirmar que el ambiente del metro por la mañana en invierno es el mismo que el de las tardes veraniegas. En éste segundo, entre sudores espesos y maldiciones al (protagonista por ausente) aire acondicionado, más de uno piensa en fugarse (le llegue o no