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UE Sants 1-0 CF Pobla Mafumet (J.27)


Les explico que el portero tiene cosas de Victor Valdés y alucinan. Les digo que la afición acude a cada encuentro en masa y se emocionan. Cuando les hablo de mediocentros que juegan a dos toques o presidentas que vuelven en autobús desde Castelldefels, afirman que vendrán al próximo partido, que "qué bonito lo del Sants". Supongo que ven el brillar de mis ojos y no quieren reírse por el aprecio que me tienen, porque ven una mejora en mi estado de ánimo a cada partido que les narro. Después de contarles los goles del "Sheriff" o la ilusión que me hace el fichaje de Ogayar, me preguntan si el Sants va líder. Los argumentos y los resultados están cada vez más cerca, les respondo, que ya ha salido del descenso.

No pasaron muchas cosas el domingo, la verdad. Uno podría haber echado una cabezadita durante gran parte del partido y no se habría perdido nada destacado. Cierto es que intentaron los hinchas locales amenizar la velada con su alegría característica, pero no parecía el partido uno de los más emotivos de la temporada, no. Los jugadores fueron −efectivamente− jugadores y se dedicaron −efectivamente− a jugar, sin más literatura que esa. 

Aleix, sancionado y ansioso, se paseaba por los alrededores del campo vistiendo una chaqueta negra abierta. Desengancharlo del balón es quitar las letras a un libro. Su puesto lo ocupó Gala, el alumno más cómodo, pues siempre aprueba sin rechistar. También descansó Fran, indiscutible en las últimas fechas. Parece el conjunto de Tito Lossio ese armario austero en el que uno se encuentra ropa de toda utilidad y tipo.

Corría el reloj sin molestar a nadie, con un trote suave que permitía coger el ritmo del partido a cualquiera. Era un 0-0 muy 0-0, por entonces. En el primer acto apenas hubo sobresaltos, solo alguna que otra cerveza derramada y una oportunidad −siendo generoso− de Chepas para el Sants, que andaba descalzo por el salón de casa sin sentir apenas el frío.

Empezó la segunda parte y el Sants se rebeló contra el papel que tenía impuesto en el partido. Los blanquiverdes, aupados por la confianza creciente de las últimas semanas y por una masa social cada vez más fiel, decidieron asaltar el motel. Fue una decisión fácil, nada costosa, surgida por la inercia. Una decisión tomada sin saberlo. Como pedir una copa más, acabar el estudio, o viajar en pareja.

Los jugadores de la Pobla vieron llegar el terremoto y se encerraron en el baño, radio encendida, esperando que llegara su hora. No hicieron mucho más que pretender que un pestillo resistiera al monstruoso soplido que se acercaba. Y erraron.

El Sants avisó de mil maneras: un disparo demasiado cruzado del "Sheriff", Suma (elegido "Gat d'or" por los Resakas en la conclusión del encuentro) a quemarropa, o una internada de Fran. Hasta Fabre flirteó con el tanto de la victoria para ser después repudiado por el larguero. A la victoria no parecía importarle que acabara su ligue con el Sants tras dos semanas de amor intenso y adolescente, pero los de Tito Lossio tenían claro que iban a luchar hasta el final para prolongar dicho romance.

"De repente hay un balón al hueco, no se de quién, lo tengo borroso. Recibe Suma, que cabalga frente a tres bisontes de La Pobla. El blanquiverde galopa; ellos son solo capaces de trotar. Llega a la frontal con el balón controlado, y se frena. Los reta a un duelo, tres para uno. En ese instante Albert Sumarroca reboza confianza, y así nos es transmitida ella; con él vamos al fin del mundo. De fondo suena música de reto (ni idea de cual es la música de reto, pero esa lo es). Cuando los refuerzos locales parecen llegar, Suma los ignora: es su momento, silencio. Dribla hacia dentro para superar al primero, que roza el balón cambiando su trayectoria, así como la idea que llevaba el carrilero en su cabeza. El balón sigue debajo de su cuerpo, pero ya no está bajo su dominio. Suma despierta, ahora ya no fluye. Se acaba el romanticismo. Y entonces le pedimos, con gritos no muy románticos, que saque algo de ahí, que chute ni que sea, que es lo que haríamos todos. Suma persiste en su cometido, pues quiere driblar al segundo defensa apostándolo todo al recorte con el exterior." 

"Muchos gritos, me pitan los oídos. Suma ha caído al suelo de manera infantil tras fallar el regate, y el árbitro ha pitado penalti. Estallamos de alegría, y nos observamos perplejos, no sé en qué orden. Suma lo ha logrado, aún sin saber muy bien cómo, y ahí está el mérito, en lograrlo sin fórmulas, en encontrar una bala en ese 2+2=5."

La jugada de Suma me representa: iba para algo muy gordo (que solo imaginaba él), todo se torció mientras "iba a ser" y no "era", y acabó convenciendo al público de que estaba haciendo lo correcto y de que fue penalti. 

Por si aún no se ha notado, el penalti no me lo pareció en absoluto. Pero en ese momento la emoción noqueó al pensamiento, y Gaudioso, que plantó el balón con suavidad, tenía toda la grada en silencio esperando el veredicto final. Intentó distraerlo el meta local, que solo pospuso su tristeza unos segundos más, pues el '21' local anotó el 1-0 para levantar L'Energia, que vio como finalmente la victoria volvía para aguantar la relación −al menos− una semana más, alejándolo de malas compañías como el descenso.

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