Les explico que el portero tiene cosas de
Victor Valdés y alucinan. Les digo que la afición acude a cada encuentro en
masa y se emocionan. Cuando les hablo de mediocentros que juegan a dos toques o
presidentas que vuelven en autobús desde Castelldefels, afirman que vendrán al
próximo partido, que "qué bonito lo del Sants". Supongo que ven el brillar de mis
ojos y no quieren reírse por el aprecio que me tienen, porque ven una mejora en
mi estado de ánimo a cada partido que les narro. Después de contarles los goles
del "Sheriff" o la ilusión que me hace el fichaje de Ogayar, me
preguntan si el Sants va líder. Los argumentos y los resultados están cada vez
más cerca, les respondo, que ya ha salido del descenso.
No pasaron muchas cosas el domingo, la verdad.
Uno podría haber echado una cabezadita durante gran parte del
partido y no se habría perdido nada destacado. Cierto es que intentaron los hinchas locales
amenizar la velada con su alegría característica, pero no parecía el partido
uno de los más emotivos de la temporada, no. Los jugadores fueron −efectivamente−
jugadores y se dedicaron −efectivamente− a jugar, sin más literatura que
esa.
Aleix,
sancionado y ansioso, se paseaba por los alrededores del campo vistiendo una
chaqueta negra abierta. Desengancharlo del balón es quitar las letras a un
libro. Su puesto lo ocupó Gala, el alumno más cómodo, pues siempre aprueba sin
rechistar. También descansó Fran, indiscutible en las últimas fechas. Parece el
conjunto de Tito Lossio ese armario austero en el que uno se encuentra ropa de
toda utilidad y tipo.
Corría
el reloj sin molestar a nadie, con un trote suave que permitía coger el ritmo
del partido a cualquiera. Era un 0-0 muy 0-0, por entonces. En el primer acto apenas
hubo sobresaltos, solo alguna que otra cerveza derramada y una
oportunidad −siendo generoso− de Chepas para el Sants, que andaba descalzo
por el salón de casa sin sentir apenas el frío.
Empezó
la segunda parte y el Sants se rebeló contra el papel que tenía impuesto en el
partido. Los blanquiverdes, aupados por la confianza creciente de las últimas
semanas y por una masa social cada vez más fiel, decidieron asaltar el motel.
Fue una decisión fácil, nada costosa, surgida por la inercia. Una decisión
tomada sin saberlo. Como pedir una copa más, acabar el estudio, o viajar en pareja.
Los
jugadores de la Pobla vieron llegar el terremoto y se encerraron en el baño,
radio encendida, esperando que llegara su hora. No hicieron mucho más que
pretender que un pestillo resistiera al monstruoso soplido que se acercaba. Y
erraron.
El
Sants avisó de mil maneras: un disparo demasiado cruzado del
"Sheriff", Suma (elegido "Gat d'or" por los Resakas en la
conclusión del encuentro) a quemarropa, o una internada de Fran. Hasta Fabre flirteó con el tanto de la victoria para ser después repudiado por el larguero. A
la victoria no parecía importarle que acabara su ligue con el Sants tras dos
semanas de amor intenso y adolescente, pero los de Tito Lossio tenían claro que
iban a luchar hasta el final para prolongar dicho romance.
"De
repente hay un balón al hueco, no se de quién, lo tengo borroso. Recibe
Suma, que cabalga frente a tres bisontes de La Pobla. El blanquiverde galopa;
ellos son solo capaces de trotar. Llega a la frontal con el balón controlado, y
se frena. Los reta a un duelo, tres para uno. En ese instante Albert Sumarroca
reboza confianza, y así nos es transmitida ella; con él vamos al fin del mundo.
De fondo suena música de reto (ni idea de cual es la música de reto, pero esa
lo es). Cuando los refuerzos locales parecen llegar, Suma los ignora: es su
momento, silencio. Dribla hacia dentro para superar al primero, que roza el
balón cambiando su trayectoria, así como la idea que llevaba el carrilero en su cabeza. El balón sigue debajo de su cuerpo, pero ya no
está bajo su dominio. Suma despierta, ahora ya no fluye. Se acaba el romanticismo. Y entonces le pedimos, con gritos no muy románticos, que saque algo de ahí, que chute ni
que sea, que es lo que haríamos todos. Suma persiste en su cometido, pues
quiere driblar al segundo defensa apostándolo todo al recorte con el
exterior."
"Muchos
gritos, me pitan los oídos. Suma ha caído al suelo de manera infantil tras
fallar el regate, y el árbitro ha pitado penalti. Estallamos de alegría, y nos
observamos perplejos, no sé en qué orden. Suma lo ha logrado, aún sin saber muy
bien cómo, y ahí está el mérito, en lograrlo sin fórmulas, en encontrar una
bala en ese 2+2=5."
La
jugada de Suma me representa: iba para algo muy gordo (que solo imaginaba él),
todo se torció mientras "iba a ser" y no "era", y acabó
convenciendo al público de que estaba haciendo lo correcto y de que fue penalti.
Por
si aún no se ha notado, el penalti no me lo pareció en absoluto. Pero en ese
momento la emoción noqueó al pensamiento, y Gaudioso, que plantó el balón con
suavidad, tenía toda la grada en silencio esperando el veredicto final. Intentó
distraerlo el meta local, que solo pospuso su tristeza unos segundos más, pues
el '21' local anotó el 1-0 para levantar L'Energia, que vio como finalmente la
victoria volvía para aguantar la relación −al menos− una semana más,
alejándolo de malas compañías como el descenso.
Espectacular como siempre!!!
ResponderEliminarSe hace lo que se puede, muchísimas gracias!
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