Gris, así
se presentaba la primera jornada dominical de marzo, acabando por ser el típico
domingo que uno pasa (o deja pasar) divagando en sus quehaceres, debatiéndose
entre sofá y cama para ver la película escogida en una siempre sospechosa
democracia hogareña. Pero, por suerte o desgracia para algunos, el pasado fin
de semana se daban cita dos colosos en el centro de la Ciudad Condal con un
mismo objetivo entre ceja y ceja; los tres puntos.
El
encuentro entre Anguera y Bufalà, separados por un solo punto en la tabla, se
antojaba estrictamente igualado, como ya lo fue el partido de ida, que concluyó
con un empate a dos que supo a poco para ambos. Desde entonces, las dos
escuadras han mantenido un tono similar en lo que a regularidad se refiere,
siendo los de Badalona quiénes llegaban un punto por encima el domingo. No
tenían estos una fácil papeleta, ya que la Anguera es siempre un equipo de lo
más rocoso en la Escola Industrial. Se sabía que quien se llevara el gato al
agua no solo ganaría tres puntos, además dejaría a un rival directo sin sumar,
asemejándose dicha oferta al mejor dos por uno que uno/una pueda imaginar en el
supermercado.
Se
respiraba un ambiente frío, acorde con el clima, que con el pitido inicial se
diluyó gracias a la intensidad impuesta por los protagonistas sobre el campo.
Al ya mencionado cielo gris, se le sumaba una tímida tormenta que, como diría
Jorge Valdano, dejó el césped esponjoso, siendo este el aliño perfecto para que
rodase con rapidez el esférico.
Tras unos
primeros minutos de tanteo, fueron los locales quienes pisaron el acelerador
para someter al rival, lleno de imprecisiones, a un alud de ocasiones que
servirían para avisarles del peligro, como si de una brisa otoñal se tratara.
La defensa visitante parecía entonces una cuerda en tensión, en demasiada
tensión, hecho que permitió a los amarillos alcanzar la portería con facilidad,
aprovechando cualquier desajuste. El Bufalà, conocedor de sus virtudes y sus
defectos, trataba de evitar que su línea defensiva se involucrara en la salida
de balón, dejando así libertad a los centrocampistas, sobradamente dotados,
para operar en ataque.
Pero no
estaba la tarde para violines, y eso la Anguera lo sabía. Los locales sacaron
su Rock&Roll, y, con un fútbol directo a la par que dañino, patentado en
transiciones rápidas, sacudieron repetidamente al rival, consiguiendo poner el
1-0 en el electrónico. El Bufalà no estaba cómodo en el terreno de juego, y
además estaba herido, factor que pedía a la Anguera rematar el trabajo. Olía a
sangre, y el equipo local parecía hambriento, pudiendo jugar esto en su contra.
Cumplida la
media hora, todos los presentes en la Escola Industrial sufrimos un viaje
espacio-temporal a Johannesburgo, Mundial de 2010, en el que el capitán de la
Anguera se disfrazó de Luis Suárez para salvar, a la desesperada, lo que iba a
ser el gol del empate. El Bufalà no había creado apenas peligro, y se topó con
lo que habría sido un gol, pero revestido en expulsión y pena máxima, lo cual
posibilitaba la consecución del mismo. Era un jugoso botín.
En lo que
había parecido un acto reflejo radicaba el desenlace del partido, aún siendo
siempre este difícil de adivinar a la media hora. Sea como fuere, estaba claro
que marcaría un antes y un después en el transcurso del encuentro.
El
lanzamiento fue a las nubes, convirtiendo así al capitán amarillo en un héroe
momentáneo, a sabiendas también de que dejaba a los suyos con 10, calcando el
guión que escribió el charrúa frente a Ghana. Cómo el que saca un 12 con dos
dados, un afortunado.
Los
visitantes habían tenido el caramelo en la boca, para ver cómo al abrirla de
par en par para engullirlo, este caía al suelo, obteniendo incredulidad y
frustración a partes iguales. En la otra orilla estaba la Anguera que,
sabiéndose beneficiada (por lo menos parcialmente) por el suceso, puso una
marcha más y aprovechó para aumentar las distancias mientras el Bufalà,
atónito, aún observaba el envoltorio del caramelo en sus manos. Con esta
primera parte, a quién le importaba lo que estuvieran haciendo a esa misma hora
Barça y Atlético? La liga estaba en la Escola Industrial y no en el Camp Nou,
debían pensar los espectadores.
El
colegiado señaló el descanso tras una intensa primera parte en la que los de
casa se iban más que satisfechos a la cueva (todos sabemos o
imaginamos que veinte chavales adolescentes encerrados en un máximo de 10
metros cuadrados son lo más parecido al mito de la caverna de Platón) tras
gozar de una buena ventaja aun estando en inferioridad numérica.
La segunda
parte fue una continuación de lo acontecido en el primer acto, hasta que, tras
otras tantas tarjetas perdonadas, el Bufalà emulaba a la Anguera quedándose con
10 por una doble amarilla, que casualmente fue provocada por unas manos.
Paradójicamente, la expulsión le sentó bien al cuadro visitante, que por
primera vez dio sensación continuada de peligro. Sin embargo, la defensa del
Bufalá siguió en sus trece, permitiendo a la Anguera crear ocasiones con muy
poco.
Aunque se
aproximaban con una insistencia inédita en los minutos previos, el Bufalà
carecía de recursos e ideas ofensivas que pudieran dañar una defensa local muy
sobria, como aquél que se enfrenta a la barra de pan con el cuchillo de la
verdura. Lo que no faltaba en el menú del partido era dureza, pues hubieron
varias acciones peligrosas (por no decir feas) por parte de ambos equipos. Los
intentos visitantes, a base de individualidades, no bastaron para ser
consideradas efectivas, y la Anguera supo jugar con el resultado en un partido
que tenía ratos de todo.
A pocos
minutos para la conclusión del encuentro, el Bufalà encontró portería tras unos
minutos de idas y venidas, exponenciadas tras el tanto. Pero el árbitro pitó el
final antes de que se pudiera materializar el empate, en medio de un mar de ocasiones
para unos y otros. El sufrimiento local hizo la victoria más holgada, y con la
derrota del Catalònia el sábado, la Anguera se catapulta hacia arriba en la
clasificación superando a ambos equipos. Tras no poder con ninguno de los
equipos Top-5 en la primera vuelta, dos han dado su brazo a torcer ya en la
Escola Industrial en el inicio de la segunda vuelta, demostrando la Penya que
tiene argumentos muy válidos para seguir sumando de 3 en 3.
Tras un
inicio de temporada con muchos contrastes y una visible confusión en lo que a
objetivos se refería, parece que el Juvenil A de la Anguera quiere romper con
su fama de "equipo de media tabla". Buscando el símil con las
carreras, parece que la entrada en boxes que el equipo tuvo
que hacer tras la primera vuelta está dando sus frutos, aunque está por ver
cuanto dura este efecto, cuya duración categorizará el nivel del equipo.
Tras cuatro
partidos consecutivos en casa (cuéntese también el del Catalonia), toca jugar
fuera, y el próximo rival de la Anguera es L'Hospitalet, colista del grupo,
y a priori partido más sencillo, aunque vista la pelea por las
posiciones "nobles", cualquier despiste que tengan los equipos
involucrados los podría penalizar mucho.
Salud, y
buen fútbol.
http://fcf.cat/acta/1718/futbol-11/juvenil-primera-divisio/grup-3/1j/pa-barc-anguera-a/1j/bufala-cf-a
http://fcf.cat/classificacio/1718/futbol-11/juvenil-primera-divisio/grup-3/jornada-19
Comentarios
Publicar un comentario