Excluyendo
la tirria que provoca el aliento a café y cigarro de buena mañana, existen
pocas verdades universales más ciertas que el hecho de que para conseguir algo,
hay que ir a buscarlo. Los humanos, con nuestros defectos y nuestras virtudes, somos capaces de dejar pasar el tren varias veces, dando
a entender que el miedo al cambio, o a lo nuevo (acompáñese de una ligera sensación de mareo), nos impide, en diferentes ocasiones (he aquí
el quid de la cuestión), dejar atrás nuestras costumbres y huir de nuestros más
que rutinarios andenes.
Solo
podría sacarle el jugo a esta mísera reflexión existencial refiriéndome a la
Penya Anguera, y más en concreto, a su Juvenil A, como el pasajero que posee el
billete pertinente para subir al tren y, contra todo pronóstico, lo deja
pasar.
La
Anguera llegaba a la cita del domingo en un aparente estado de gracia, pues
encadenaban los amarillos cuatro victorias consecutivas, y se enfrentaban a un
rival que anda por la zona media de la tabla, el Neurofutbol. Cabe decir que
estos últimos comparecían siendo el tercer conjunto de la liga que menos goles
había recibido, aunque su registro anotador era también escaso.
Se presagiaba un
choque de lo más igualado gracias al buen hacer de ambos sistemas defensivos.
En el enfrentamiento de la primera vuelta, nadie fue capaz de perforar las
redes rivales, en lo que fue un entretenido intercambio de golpes que dejó con
peor sabor de boca a la Anguera.
Pitó
el colegiado y empezó a rodar un balón que, tras unos minutos de tanteo,
demostró llevarse mejor con los visitantes. El orden táctico de éstos y la poca
lucidez con balón de la Anguera dibujaban un panorama, hablando en términos
cromáticos, falto de colores que lo avivaran. Los locales parecían desafinados,
e incluso faltos de ritmo, algo atípico a estas alturas de la temporada, pero
disculpable al ser una excepción.
El
Neurofutbol creaba cierto peligro tras ataques bien trazados por ambos lados,
conectando a sus interiores con los extremos para que estos entraran hacia
dentro. Eran aprovechados, así, los desajustes defensivos locales, aunque el
esférico no quería entrar. En la otra orilla destacó la poca producción
ofensiva de la Anguera, que desperdició un error de bulto de la zaga contraria
que podría perfectamente haber significado el 1-0, y quién sabe si cambiar también
la cara del partido.
En
la primera mitad pasó poca cosa, pero no estuvo ésta exenta de polémica. Pasado
el ecuador del primer acto, y tras una bonita maniobra dentro del área, el
delantero de la Anguera caía al topar con dos rivales, en una acción en la que el árbitro no apreció nada punible. A posteriori, el atacante en cuestión se retiraría
lesionado con palpables signos de dolor en un brazo.
Llegaba
la segunda parte, y con ella, crecía el recuerdo del 0-0 cosechado por la
Anguera en el Camp de l'Àliga en la ida, topando con un partido que atesoraba
demasiados símiles con el ya citado.
Transcurrían
los minutos y parecía que no iba a pasar nada que pudiera decantar la balanza
para cualquiera de los dos lados, pero crecían las prisas, y con ellas, los
errores. Gracias a sendos despistes locales en defensa, el Neurofutbol
consiguió enviar el balón a la madera en dos ocasiones, enmudeciendo a la grada
entera.
Fue
entonces cuando los locales, tirando más de corazón que de cabeza, se
apropiaron de la sensación de peligro, haciendo de los últimos minutos (siempre
fugaces con un marcador no deseado) una lotería. Tras una virtuosa jugada por
el carril diestro, un potente centro salió de las botas del lateral de la
Anguera cuando prácticamente pisaba línea de fondo, yendo parar el balón al
extremo de la banda opuesta, quién solo tuvo que poner la pierna para
introducir el cuero en la portería. Era el gol de la victoria, jugando en casa,
y en los últimos minutos, más que suficiente para celebrarlo por todo lo alto, pero
no. La celebración, al final, quedó en unos instantes de euforia que dieron
paso a la incredulidad local tras ver como el árbitro anulaba el gol. Lo cierto
es que el jugador que había rematado estaba en una posición que daba pie al
debate, pero eso poco importaba a la Anguera, que viendo como se le escapaba el
tren, se comía al colegiado. Estoy seguro de que con la implantación del VAR, el año que viene, ya no tendrán lugar polémicas como esta.
El
partido finalizó dejando a todos los presentes con ganas de ver unos minutos
más (o quizá unos menos), y a los jugadores de la Anguera con cara de tontos, viendo como perdían
dos puntos que valen su peso en oro a estas alturas de la temporada. Sin embargo, éstos pueden estar tranquilos si prolongan su racha actual, gracias a la que siguen invictos en la segunda vuelta, habiendo sumado 13 de los 15 puntos
posibles, un balance satisfactorio.
El
siguiente partido permitirá a la Anguera visitar a un club histórico de la
ciudad de Barcelona, la Montañesa, equipo que no por vagar por los puestos
bajos de la tabla va a poner las cosas fáciles a los de la Escola Industrial.
Sin duda, lo mejor de la jornada, la crónica del Sigan, Sigan!
ResponderEliminar3,14
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